Construir un libro con palabras que resuenan en la memoria

Os invito a construir el libro de nuestra memoria (del pasado más lejano al pasado que todavía parece presente) a través de los fragmentos de libros que hemos leído y que hoy queremos compartir. Podéis copiar un fragmento, localizando el texto, y podéis añadir (nos gustará a todos) un breve comentario sobre esas líneas. Ánimo. Mercedes Laguna

lunes, 27 de octubre de 2014

El enemigo que se alimenta de nuestra ansiedad

ESTRADO VIRTUAL de "Leer a los clásicos"

Miguel García, con un cuento del Infante Don Juan Manuel, nos lleva al siglo XIV, aunque encontramos en su líneas una lección sobre psicología y sobre vida en común.

Comentario de un párrafo de un cuento perteneciente al libro El Conde Lucanor:

El pequeño fragmento que procedo a adjuntar pertenece a uno de la serie de minincuentos que conforman la obra El Conde Lucanor. El minicuento se titula El amigo del demonio:

"Cuando el hombre supo que estaba hablando con el Diablo, se asustó mucho, pero, como vivía tan atormentado por la pobreza, se comprometió a obedecerle en todo lo que le ordenara. Y es que el Diablo busca siempre el momento oportuno para engañarnos, pues sabe que, cuando una persona está triste o necesitada, muerta de miedo o ansiosa por conseguir algo, logrará de ella todo lo que desee. Y así obró con el hombre que os digo: aprovechó el momento en que estaba más afligido para engañarñe y convertirlo en su vasallo"

Este pequeño fragmento encierra en su interior un gran mensaje, aplicable a muchas épocas y en muchas situaciones a lo largo de la historia. En la actualidad, hay muchas injusticias, muchas personas que se aprovechan de otras mismas en esta misma situación. Existe gente ruin y sin escrúpulos, dispuesta a aprovecharse de personas que necesitan algo para sobrevivir, que no tienen acceso a determinadas bienes, y que la única forma con la que pueden llegar a obtenerlos es obedeciendo a estas personas, que los utilizan como esclavos.

Este cuento, como los otros muchos que lo acompañan en esta obra, reflejan muchas enseñanzas, que a mi parecer son muy interesantes y sabias.

Miguel García Martínez, 1º de Bachillerato A

miércoles, 22 de octubre de 2014

Regreso al siglo XVII


 ESTRADO VIRTUAL de "Leer a los clásicos"

Alberto Laso nos lleva al siglo de XVII con la espada del capitán Alatriste y la escritura de su autor, Pérez Reverte, un contemporáneo que reinterpreta y acerca a los clásicos.



"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas".


Con este párrafo comienza el primero de los libros de la famosa saga de Las aventuras del capitán Alatriste escritas por el escritor de renombre (y columnista del XL Semanal) Arturo Pérez-Reverte.
En él se describe al protagonista, Diego de Alatriste y Tenorio, capitán de los Tercios Españoles que malvive como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII, personaje muy entrañable, duro externamente, pero lleno de nobles sentimientos, a medida que vas leyendo los libros.
En mi opinión, son unos libros que merecen el dinero que cuestan y se disfrutan, claro está, si eres un aficionado a la novela histórica. El que cuenta la historia es Íñigo Balboa, un muchacho guipuzcoano que es hijo de un camarada de Alatriste, aparte de ser el pupilo de este.
Yo solo he leído los tres primeros (El capitán Alatriste, Limpieza de sangre y El sol de Breda) pero son suficientes para engancharte y que además aprendes como era la vida y la sociedad en el Madrid de los Austrias y otros lugares como las pantanosas tierras de Flandes, aunque también en los otros libros que aún no me he leído hay otros lugares (e incluso puedes saber cómo era la esgrima de entonces, que se hacía en ese Madrid de la época, sus principales artistas del Siglo de Oro, cómo luchaban y cómo eran los Tercios españoles, etc.), pero siendo siempre una novela de aventuras.
Creo que leeré el resto de la saga (para los curiosos, los otros títulos en orden cronológico son: El oro del rey, El caballero del jubón amarillo, Corsarios del Levante, y El puente de los asesinos). Puedo recomendar los que ya he leído para todos aquellos que les gusten las novelas de aventuras o históricas.

Alberto Laso
1º de Bachillerato A

lunes, 20 de octubre de 2014

Qué hacemos con el recuerdo

ESTRADO VIRTUAL de "Leer a los clásicos"

Celia Ferrer, una alumna de 1º de Bachillerato quiere compartir con vosotros un poema de José Hierro, y sus reflexiones sobre él. Veréis cómo la poesía, nacida de la subjetividad, contiene  la fuerza de las experiencias universales (nos con-mueven a todos).
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Aquel momento que flota
 nos toca con su misterio.
 Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo
nuestro universo.

Y no es posible librarse
de su recuerdo.
  
José Hierro
El buen momento. Alegría (1947)

La poesía “El buen momento” de José Hierro me lleva a recordar momentos de mi pasado, es más, me permite la posibilidad de reflexionar acerca de tales hechos que ocurrieron y que continúan marcando huella dentro de mí, tanto de una forma social como individual.
A veces, echamos marcha atrás y pensamos demasiado sobre aquello que ya pasó. No es fácil borrar en el tiempo, porque seguimos sin librarnos de nuestros propios recuerdos, aunque busquemos nuevas alternativas para impedir rememorarlos. Esto supone que nos pasamos la vida esperando que pase algo, y lo único que pasa es la vida. Tal vez pueda llegar a la conclusión de que vivimos del recuerdo y del pasado que toca e hiere nuestro presente. Pero si hay cosas que no mueren y otras que nunca vivieron, aún quedan muchas otras por llegar, y, más, otras por nacer capaces de producirnos un sobresalto, ¿no?
Celia Ferrer, 1º Bachillerato C

No asegura más fortuna el que más guarda



Han llegado los alumnos al ESTRADO VIRTUAL de nuestros clásicos. El primero es Fran García, de 1º de Bachillerato A. Nos trae un texto de la literatura rusa, y la sabiduría de los textos en un cuento. Leamos.
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Recordando a Tolstoi con la obra que leemos ahora Ana Karenina, me han venido a la memoria los Cuentos Rusos que leyera de este hace algún tiempo.

 Cada cuento es un pedacito de inocencia infantil o bien una dosis de aguda ironía, dependiendo esto de en qué manos caiga, o mejor dicho, de que ojos lo lean.

Pues bien, siendo estos cuentos tan reducidos, tan cortos y simples, me he atrevido a coger uno entero, no vaya a ser que por coger únicamente un fragmento dejemos al pastel sin azúcar y al veneno sin efecto. Leedlo, para ello os dejo con la duda de “¿Cómo sería la camisa del hombre feliz?”



LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países.
Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.
El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:
—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.
Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo tenía se quejaba de los hijos.
Mas una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:
—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares ¿qué más podría pedir?
Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:
—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!
En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.
Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:
— ¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!
—Señor -contestaron apenados los mensajeros-, el hombre feliz no tiene camisa.



Ya veis,  un clásico.  “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”. Sí, es recurrente y parece que ya no nos hace efecto, pero eso no quita su verdad. Además a este viejo refrán  hay que añadirle lo que el Zar pensaría en los auspicios de su muerte “No asegura más fortuna el que más guarda sino el que más comparte”.

Fran García  Cruz,
1º de Bachillerato A